Estamos constantemente rodeados de ruido: despertadores, electrodomésticos, música, televisión, tráfico, conversaciones, etc. Solemos absorber los niveles normales de estos sonidos, pero la exposición a un mayor nivel de ruido puede ser lo suficientemente perjudicial y grave como para dañar la audición. Hay una serie de factores que contribuyen a la pérdida de audición, como las enfermedades existentes, los antecedentes genéticos y la exposición a ruidos fuertes. La exposición a ruidos fuertes puede producirse en numerosos entornos: asistencia a conciertos, actividades deportivas, campos de tiro, etc. Además de estas formas más recreativas, otro lugar importante de ruido fuerte es el lugar de trabajo. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), casi 22 millones de personas están expuestas a ruidos en el lugar de trabajo que pueden dañar su audición, aqui es donde se hace relevante el papel de los profesionales de la AUDIOLOGIA LABORAL.
Si usted o alguien que conoce trabaja en un entorno ruidoso, ser consciente del impacto que puede tener y de cómo puede mitigar este impacto puede ayudar a prevenir la audición inducida por el ruido.
Para entender cómo el ruido fuerte puede causar pérdida de audición, es imprescindible comprender primero cómo oímos. El sentido del oído es complejo y requiere que el sistema auditivo recoja y procese la información. Esto ocurre a través de los oídos, que están formados por tres partes principales:
Oído externo: es la parte más visible del oído (el cartílago), el conducto auditivo y el tímpano que separa el oído externo del oído medio.
Oído medio: está formado por los huesecillos -tres huesos diminutos que están conectados- y la trompa de Eustaquio, que se encarga de igualar la presión dentro de los oídos.
Oído interno: está compuesto por la cóclea y los canales nerviosos que conducen al cerebro.
El oído externo absorbe el sonido del entorno, que viaja por el canal auditivo antes de aterrizar en el tímpano. Esto crea un movimiento y hace que los huesecillos vibren, lo que amplifica las ondas sonoras y las empuja hacia el oído interno. Esto activa las células ciliadas y el líquido de la cóclea, que ayuda a convertir las ondas sonoras en señales eléctricas que se envían al cerebro (a través del nervio auditivo). El cerebro es entonces capaz de procesar y dar sentido al sonido.
Los riesgos auditivos laborales incluyen la exposición a ruidos fuertes o a sustancias químicas ototóxicas.
Según los CDC
La absorción de ruidos fuertes y sustancias químicas ototóxicas puede alterar el proceso auditivo, dañando específicamente el oído interno y provocando una pérdida de audición. ¿Cómo ocurre esto? Pues bien, cuanto más fuerte es el ruido, más intensas son las ondas sonoras y la vibración de las células ciliadas de la cóclea. Si se exponen regularmente a ruidos fuertes, las células ciliadas vibran y se mueven constantemente. Las células ciliadas necesitan tiempo para descansar y recuperarse de la actividad auditiva. Por ello, el exceso de trabajo puede hacer que pierdan sensibilidad y se vuelvan ineficaces. Estas células ciliadas, a diferencia de otros tipos de células, no se regeneran. Los seres humanos nacemos con todas las células ciliadas que tendremos, que son miles en cada oído. Esto significa que cualquier daño es permanente.
Para los profesionales de la salud, capacitarse con algún curso de Audiología laboral les permitirá conocer y abordar los peligros de la pérdida auditiva entre los trabajadores, mejorando los controles y la vigilancia médico ocupacional.